Los videojuegos se han consolidado como una apuesta firme de ocio para cada vez más firme. En la actualidad ya son 15,9 millones los aficionados en todo el mundo que disfrutan con este tipo de contenidos audiovisuales. La startup Miru Studio, consciente de este emergente mercado y con la mirada puesta en satisfacerlo, ha creado videojuegos casuales para dispositivos de realidad virtual.
“Identificamos ideas y tendencias con potencial para el mercado y optimizamos los procesos internos para producir videojuegos que vayan a tener éxito”, explican Eneko Barandiarán y Manex Darceles, sus promotores en una entrevista publicada en la web de Spri.
El punto más atractivo de su propuesta virtual reside en la alta interacción que ofrecen en sus videojuegos. No en vano, su primera creación es Finger Gun, el primer ‘Shooter’ de realidad virtual diseñado para jugar con tecnología de seguimiento de manos. Se trata de una plataforma que dispone de gafas Quest de Oculust y tecnología Hand Tracking que detecta los movimientos que el jugador va haciendo con sus manos e interpreta los gestos en función de lo que se le indique. “El jugador juega sin controladores, solo con sus manos desnudas”, detallan.
La filosofía de esta joven empresa se basa en desarrollar juegos que no requieren un gran desarrollo inicial, lo que les permite pasar pronto a la etapa de testeo. Una vez visto como es recibido el juego en los diversos grupos de prueba elegidos, los promotores de Miru Studio deciden si merece la pena invertir más tiempo y dinero en el lanzamiento del videojuego.
Concretamente, han optado por centrarse en los llamados juegos casuales, que no requieren que el usuario tenga grandes habilidades -o mucha dedicación- y tampoco exigen una historia, un contexto demasiado trabajado. “Nuestros juegos son casuales, es decir, que su propuesta de valor reside en la rejugabilidad. Esto nos permite ciclar de manera ágil entre varias ideas para evitar desarrollos innecesarios y optimizar así la cadena de producción”.
En este sentido, la apuesta de la startup donostiarra pasa por desarrollar herramientas y metodologías que les ayudan a “minimizar el riesgo de desarrollar un juego que nadie quiere jugar”, apuntan al tiempo que revelan que “hacemos esto al estandarizar varios pasos de validación: desde la idea primigenia hasta la publicación de nuestros juegos. Sabemos que el desarrollo de juegos es riesgoso por naturaleza, por lo que desarrollamos herramientas para minimizar ese riesgo”.
Para llevar a buen puerto sus proyectos la empresa cuenta con profesionales apasionados y talentosos. En este sentido, aseguran que “fomentamos un lugar de trabajo respetuoso, inclusivo y transparente en el que cada miembro pueda crecer tanto profesional como personalmente”. A lo que añaden que “Miru Studio no sólo es un estudio de videojuegos, también ofrecemos a nuestros empleados la posibilidad de participar en atractivas actividades de formación”, concluyen.