Se dice que Shigeru Miyamoto al cumplir los 40 decidió empezar a cuidarse, hacer ejercicio y abandonar algunos malos hábitos como el alcohol o los juegos de azar. Un día, mientras meditaba en su jardín contempló como una fila de hormigas transportaban objetos a lo largo de una rama. Esta idea de muchos personajes guiados por un líder para un bien común le pareció divertida y decidió explorarla como estética jugable.
En una época en los que las consolas de 128 bits como Playstation 2 buscaban el realismo de los gráficos 3D y la quintaesencia del diseño eran los juegos de disparos, Miyamoto hizo caso de la filosofía de su mentor Gunpei Yokoi y decidió desmarcarse poniéndose creativo. En lugar de utilizar la potencia de las nuevas tecnologías para una mejor calidad gráfica tal como pedía el mercado, aprovechó esas nuevas prestaciones para crear un juego que le permitiera mover a la vez docenas de personajes en pantalla.
Miyamoto no solo creó una saga emblemática como es Pikmin, sino que también estableció una filosofía en el diseño de juegos para Nintendo. Aprovechar la tecnología para innovar en mecánicas y formas de jugar, no ofrecer algo visualmente mejor sino ofrecer una experiencia nueva. Y esta filosofía no sólo afectó a la saga Pikmin sino también a todas las otras sagas de Nintendo y e incluso al diseño de futuras consolas como Wii o DS.
Estos días he estado jugado a Pikmin 4 y he disfrutado muchísimo de su buen diseño. Es el máximo exponente de una saga que nunca ha tenido mucha relevancia pero siempre ha tenido hueco en mi corazón. Es un juego repleto de buenas ideas, con mecánicas simples pero que en combinación funcionan como un reloj suizo. Es un juego cuya sensación al jugar es difícil de explicar porque necesita ser experimentada.
Pikmin pone a prueba tu gestión de recursos y del tiempo, tu habilidad de resolución de problemas, de planificación, tu efectividad… y lo hace de forma natural y divertida. Como jugador he adorado disfrutar de cada recoveco, cada desafío, cada rompecabezas, y como diseñador he recibido una nueva masterclass de diseño de niveles y de gameplay.
Pero sobre todo, la saga Pikmin me ha dado una de las lecciones más importantes para mí:
La importancia de buscar la inspiración en los lugares inesperados.